El candidato Guillier dio la primera señal de cómo sería su eventual gobierno y pretende ser la continuidad de la Nueva Mayoría. El peor gobierno de la historia desde la transición. Y esto sería toda una locura y una debacle para Chile.
Separar a la persona de la ideología resulta útil para un análisis amplio. Alejandro Guillier es en mi opinión un hombre decente y ha sido un buen Senador para su región. Pero si pretende gobernar el país con la ideología de la Nueva Mayoría y seguir su legado el panorama es complejo y creo que Chile no lo resiste.
La nueva mayoría se caracteriza por un socialismo aliado con el partido comunista. En términos prácticos, esta ideología parte dando un poder gigantesco al Estado. Quien todo lo soluciona, todo lo regula y corrige, pero que en la historia conocida sus éxitos no son efectivos. El Estado fija precios, aranceles y comienza a ser determinante en la vida diaria de los ciudadanos. (Y para que nos alarmemos, como dato desde la Unidad Popular que el Estado no tenía la participación que tiene hoy como porcentaje del PIB.)
Guillier y sus cercanos, creen en la ingeniería social y planificación central, donde todos somos iguales y los medios de producción son propiedad del Estado. Ve a la sociedad como un fin, y no como un medio. Así comienza el colectivismo y la renuncia a la libertad individual, valor este último muy apreciado por la idiosincrasia chilena.
Guillier ha aprobado todas las reformas de Bachelet, ya que este es su gobierno. Y como todo buen comunicador, logra sintonizar con los temas que más preocupan a los ciudadanos. Al mismo tiempo comunica y da la impresión de poder mejorarlo todo, la crisis de las AFP, Isapres, Salud y Educación. Además del empleo que se deteriora y la descentralización. Todo un paquete atractivo, que para el votante promedio se ofrece como la gran solución. ¿Con qué dineros? . . ¿Con cuál presupuesto? No bastan en estas materias las buenas intenciones, sin mayor inversión (ahorro) ni mejor productividad será posible salir del pozo, que demandará ceder posiciones, transar expectativas y convocar voluntades y no pocos sacrificios.
Y aquí entramos en terreno complejo, donde no es posible creerle a Guillier, ya que una de las características de Bachelet en su segundo gobierno, ha sido el reformismo sin crecimiento. Y sus consecuencias están a la vista.
La Nueva Mayoría ha causado, en breve lapso, un tremendo daño a nuestro país. Daño político, económico y moral. Por tanto, cualquier afán de continuidad es insostenible para Chile y Guillier con esta ideología no debe llegar al poder.
José Francisco Cuevas Vila Ingeniero Comercial UNAB Magister en Economía UNAB-IEDE Cursando Máster Econ.Política SMC